Andan estos días entusiasmados los chicos de Desokupa, los preñados mentales de Hazte Oír y, por supuesto, las huestes de yelmo yermo de Santiago Abascal. Y no es para menos. Elon Musk, el dios del bulo contemporáneo, el multimillonario que sufragó con cientos de millones de dólares la psicodélica campaña de Donald Trump, el hombre más rico del mundo (que es lo que verdaderamente importa) se acaba de arremangar la ideología y en vez de llevar el pecho tatuado con un nombre de mujer lo que luce es una cruz gamada.