Neurólogos de la Universidad del Sur de California han descubierto que las lágrimas pueden ser un marcador biológico fiable, económico y no invasivo para diagnosticar la enfermedad de Parkinson. La clave radica en que estas contienen varias proteínas producidas por la glándula lagrimal, que es estimulada por los nervios que también se afectan en esta patología.
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