La historia se repite. Sí, a principios de los 70, un Francis Ford Coppola casi principiante se ganaba las iras de Paramount por sus decisiones dirigiendo El padrino, ahora el cineasta se ha puesto en contra al grueso de las majors de Hollywood con Megalópolis, ese retorno tras la cámara en el que participan Adam Driver, Dustin Hoffman, Aubrey Plaza y Shia LaBeouf, entre otros.
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Esta es la razón por la que, por ejemplo, huyo de los biopic, el tener que ajustar una historia (incluso una historia real) a los esquemas monolíticos del gran público y la crítica. Alguien tiene que ser el bueno y noble (aunque el personaje real fuera gilipollas) y alguien el malo (aunque en la vida real fuera compañero del primero). Hay que meter un arco narrativo del personaje (¿por? En serio, ¿por?), hay que meter escenas de tensión aunque la anécdota real fuera de lo más aburrida (y además sabes cómo acabará) y por supuesto aunque opcional un final feliz. El público odia los finales no felices.
Simpatizo por Coppola, y creo que a la gente no tiene por qué echarle para atrás ver una película diferente, sobretodo siendo un título tan anticipado. Pero también me gustaría ver que Coppola sabe aprender de sus errores.