En el mundo occidental, casi sin excepciones, suele vincularse la virilidad y la calidad reproductiva del macho de la especie con las dimensiones del pene. En muchos sitios de Latinoamérica, el periplo comienza desde esos padres —y madres— que comentan con orgullo machista y desinformado que el bebé llegó “bien dotado”. Luego vienen las comparaciones en la adolescencia, la presunción de “paquete” en la primera juventud y todos los signos de esa suerte de estúpida “penefilia” en la literatura y el cine.
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