Stalin dijo aquello de «la muerte de un hombre es una tragedia, pero un millón de muertos es una pura cifra». También la Madre Teresa intuía esta incapacidad de nuestra mente para las grandes cifras, en su frase: «Si miro la masa, nunca actuaré, pero si miro a un individuo, sí lo haré». Las razones psicológicas que nos empujan a preocuparnos de un grupo de personas muy reducido, por encima de los millones que están pasándolo mucho peor, se conoce en psicología como el efecto de la víctima identificable.
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