Una simple y llana cucaracha fue capaz de iniciar una discusión bizantina, es decir, un argumento que no lleva a ninguna parte, que ha perdurado durante dos siglos. Todo comenzó en 1831 en París, donde Jean Audinet-Serville pasó ese año en el Museo de Historia Natural describiendo nuevas especies de cucarachas, creando un género al que llamó "Périsphère". Aquí es cuando comienza el debate. En 1838 en Berlín, por entonces capital de Prusia, Hermann Burmeister describió el género al que llamó "Perisphaeria"