"Tendrás más riesgo de padecer diabetes, hipertensión, infarto de miocardio, así como ciertos canceres. Comer mal, aunque no engorde, puede pasar también factura y provocar problemas, aunque no lo refleje el peso".
Así, afirma que habrá un mayor riesgo de hipertensión o de padecer resistencia a la insulina al consumir, por ejemplo, demasiada sal o azúcar, aparte de menos fondo a la hora de practicar ejercicio.