Los hombres nos hemos servido desde siempre del resto de los animales como instrumentos para satisfacer nuestras más diversas necesidades, tales como las de alimentarnos, vestirnos, vivir conforme a nuestras eventuales creencias religiosas o incluso expresarnos artísticamente, por poner solo algunos ejemplos. El mundo de la ciencia no representa una excepción. También los científicos han utilizado profusamente animales, principalmente para realizar experimentos con ellos para adquirir conocimientos y probar nuevas sustancias o métodos.