Los científicos crearon una versión artificial del gen UCP1 y la integraron con éxito en el genoma del cerdo. El gen fue diseñado de modo que funcionara solo en el tejido adiposo blanco, y no en otras células o tejidos. De este modo consiguieron el nacimiento de cerdos genéticamente modificados y confirmaron que estos animales gozaban de una termorregulación muy mejorada.
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