A diferencia de su hermana doméstica, las abejas silvestres no fabrican miel, no suelen picar, viven mayoritariamente en solitario y ponen sus propios huevos (sin reina) en el suelo, en la madera muerta o en los tallos de las plantas. Además, mientras que la abeja doméstica puede alejarse hasta cinco kilómetros de su colmena para buscar alimento, las abejas silvestres no se alejan más de 300 o 500 metros de su nido.
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