Antonio Gómez Martín se jactaba de hablar con Jesucristo a diario desde que tuvo una experiencia cercana a la muerte al sufrir un infarto. Se autoproclamaba en ocasiones mesías o Padre y tirando de labia, psicología de andar por casa y manuales de autoayuda, envueltos en celofán cristiano, conseguía captar adeptos para su asociación y suculentos fondos, sobre todo vía redes sociales con Youtube a la cabeza. Además escribía libros, daba charlas y organizaba convivencias de fin de semana en su finca de Hervás (Cáceres).
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La leccion que nos queda a futuros lideres de sectas es... nada de tanta transferencia bancaria.
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