También fui contraria a la renuncia de Artur Mas [enero del 2016] y él lo sabe. No tenía que haber cedido a la presión de la CUP y a la presión de las personas que le mal aconsejaron para que se apartase. Teníamos que haber sido más claros. No se puede perder la identidad. No se debía ceder tanto espacio a la izquierda. Nos dejamos desdibujar. Y eso fue un error. Otro error es pretender una Catalunya guiada por control remoto. Catalunya no se puede dirigir desde Waterloo, ni se puede regir desde la emotividad desbordada y la antipolítica.
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