Hasta cierto punto, es frecuente ver cómo las personas que madrugan y acuden a un centro de estudios o a su puesto de trabajo muestran síntomas de tener sueño. Bostezan, se muestran perezosos, reaccionan de una forma más lenta, se estiran o se quejan en alto. Nada que un café o un sueño reparador no arregle.
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