El fracaso de las izquierdas occidentales es, para mí, una de las causas y la consecuencia de los avances y auge de los autoritarismos y de los neofascismos. Una progresía clasemediana, liberticida, llena de clichés y lemas manidos, egoísta y narcisista, que confunde caprichos con derechos, batucadas, ordenadas procesiones y “performances” con protestas y resistencias, es totalmente ajena a la degradación y empobrecimiento que nos rodea. Una izquierda que, aunque se apropió del término, nunca fue anticapitalista, todo lo más antiliberal.