Geólogos del MIT han descubierto que un mineral arcilloso del fondo marino, llamado esmectita, tiene una sorprendente capacidad para secuestrar carbono durante millones de años. Al microscopio, un solo grano de arcilla se asemeja a los pliegues de un acordeón y se sabe que estos pliegues son eficaces trampas para el carbono orgánico. Esto impide que el carbono orgánico sea consumido por los microbios y expulsado de nuevo a la atmósfera en forma de dióxido de carbono.
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Solo tenemos que lanzarnos al mar con miles de buques mineros consumiendo miles de toneladas de combustibles fósiles y escabar los fondos oceánicos de forma industrial para obtener el preciado mineral despreciando y vertiendo sin control el resto.