Decía el padre Brown, el detective sacerdotal inventado por Chesterton, que si alguna vez se hubiera atrevido él a matar a alguien, sería a un optimista. Cuando le preguntan por qué no tolera la alegría personal, el padre Brown replica que a la gente le agrada la risa frecuente, pero no la alegría perenne. "La alegría sin humorismo es cosa muy cansada", concluye. Por esa misma regla de tres, una de las peores lacras de la pandemia del coronavirus es este optimismo continuo con el que hemos decidido afrontarla.