Algunos trabajan en puestos de relevancia, son profesionales reconocidos, otros tienen carreras universitarias... «Pero muchos de ellos son invisibles». De hecho, aunque todos sienten un especial orgullo de pertenencia, «hay personas que, a pesar de ser gitanas, no lo dicen. Vivimos en una sociedad en la que todavía no es bueno decir que perteneces al pueblo gitano, porque no te va a ayudar. Al contrario, puede ser perjudicial». Rafael Jiménez, gitano, donostiarra casado y con dos hijos, trabaja como educador y mediador intercultural....