Historia que relata los sucesivos pasos que dieron los protagonistas que posibilitaron el desarrollo de esta tecnología que en los últimos años ha tomado al asalto la biología molecular, empezando por el ilicitano Martínez Mojica, el primero de una serie de jóvenes investigadores que trabajaban en problemas locales en lugares alejados de los centros científicos más punteros, realizando avances cuya importancia tardó en ser reconocida, y que con frecuencia implicaba que sus publicaciones fueran rechazadas. El autor reflexiona sobre la importancia de una ciencia colaborativa en la que no haya hipótesis que la dirijan, o que pretendan extraer de ella una utilidad inmediata.