La corrupción institucional en España es elitista, y solo está al alcance de aquellos que tienen suficiente influencia en los aparatos de los partidos políticos y capacidad económica para pagar las mordidas. Las grandes empresas se han beneficiado enormemente de la corrupción institucional, pero sus propietarios, no han sido condenados. En España solo se han condenado a los políticos corruptos, pero no a los grandes empresarios, solo a empresarios relacionados estrechamente con partidos políticos, (Francisco Correa).