Cuando Felipe González empezó a reconstruir el PSOE de las cenizas de la dictadura, tenía a su lado a Rafael Escuredo. Ambos fueron compañeros en el mítico despacho laboralista de la calle Capitán Vigueras, germen de ese clan andaluz que fue clave para devolver el viejo Partido Socialista a la relevancia. Después sus caminos se separaron, aunque siempre bajo el paraguas de la formación. Y ahí siguen casi medio siglo después, aunque ambos discrepen ahora, como ya hicieron antes, en la dirección que deben seguir ahora, bajo la batuta de…