Por casualidad, Diocleciano Silva, propietario de un yate privado, se topó con una majestuosa estructura piramidal de 60 metros bajo las aguas en la costa de la isla de Terceira, una de las islas que forman el archipiélago de las Azores (Portugal) en el Atlántico. Según las mediciones barométricas realizadas, esta misteriosa formación con forma de pirámide cuenta con unos 60 metros de altura y una anchura en su base de unos 8.000 metros cuadrados.