En su intervención introductiva en el congreso, el cardenal Arinze analizó algunos de los desafíos culturales que hay que afrontar para restituir el carácter central del domingo, y desenmascaró la idea negativa del “fin de semana”, entendido como tiempo libre del trabajo que hace de la fiesta un día como otro. El “virus del secularismo” no puede aceptarse, subrayó, pues “la religión no es algo opcional, un accesorio superfluo” sino un “deber” ante Dios.