No, no soy una prostituta. Y lo digo porque por lo general, chica guapa viajando sola por otro país se traduce automáticamente en prostituta. No es broma. Si llevo maquillaje, o cualquier ropa que enseñe mi piel, o mallas, o Dios no lo quiera, si me pongo un bikini, la gente me lanza miradas prejuiciosas asumiendo que estoy buscando a mi próximo cliente.