Bajo su espeso pelaje, el chimpancé tiene una piel blanquecina. Si, en una pirueta de la evolución, el chimpancé perdiera el pelo que recubre su cuerpo, tal vez esa pálida piel tendría que adaptarse y pigmentarse para evitar el daño de los rayos ultravioletas. Es decir, nuestro pariente más próximo tal vez se volvería negro.El ejemplo es muy burdo, pero puede servir de base para comenzar a explicar los cambios de pigmentación que, en el transcurso de millones de años, pudieron llevar a los homínidos