La otrora mayor comercializadora de atún de España tenía todo en contra: un buen ramillete de acreedores comerciales, un titánico plan de negocio a futuro para sobrevivir y un reino de taifas en el accionariado. La enemistad entre los socios —la viguesa Comercial Pernas, Marpesca (armadora, Panamá) y la vasca Inpesca— era notoria y el malestar entre proveedores, creciente