[c&p] Durante décadas Hua Chi, monje chino de 70 años, todas las mañanas antes de la salida del sol, llega al monasterio de la ciudad de Tongren, se coloca en sus propias huellas y reza unas mil oraciones antes de pasear por los alrededores. Con este ritual repetido miles de veces, las huellas de sus pies han quedado marcadas en la madera del templo, como si fueran estampadas en la arena de la playa.