Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver; una frase rotunda que se le suele atribuir (erróneamente) a James Dean y que sintetiza esa intensidad vital que tienen algunas personas, y que las hace algunas veces brillantes, y siempre insoportables. Según un reciente estudio, y la lógica más elemental, en realidad la cosa es al revés, es decir, que no se trata de que quienes tienen ansia por vivir y poco respeto por la ley viven menos tiempo, sino que aquellos que piensan que no van a llegar a viejos llevan vidas mucho más intensas.