El roscón es una masa de panadería enriquecida que va perdiendo humedad al entrar en contacto con el aire, endureciéndose. Solo las masas más complejas aguantan mejor -de fermentación lenta, más húmedas con más grasa y masa madre-, y aún así, inevitablemente, se irán resecando. La forma de cortar el roscón no ayuda a su conservación, dejando las sobras expuestas en sus extremos, pero se pueden aprovechar en ricas recetas. ¿Y qué podemos hacer con esos ingredientes? Lo habéis adivinado: el pudin o pudding, y sus recetas afines como las torrijas.