Desde hace más de un mes soy visitante habitual de la nueva Fe, el monstruo aislado (e inacabado) que malvive al lado del Pla Sud, desterrado de la ciudad, arrancado de raíz de Campanar. Allí, ahora, tan sólo queda el esqueleto, los despojos, cuatro servicios mínimos e insuficientes. La grandeur valenciana ha triturado un centro que era referencia, desestructurando el barrio y obligando a miles de personas a desplazarse a un entorno inhóspito a kilómetros de su casa.