Uno de los cambios más notables del sureste español de los últimos decenios ha sido la extraordinaria proliferación de almacenes superficiales de agua no considerados embalses al uso. Pantanetas, balsas, depósitos y estanques de todas las tipologías y tamaños salpican hoy el campo, allí donde hay algo de agua que recoger. Quizás este hecho pase desapercibido a muchos, pero desde el aire la cosa es bien distinta. Cuanta menos agua, más balsas, esa es la norma. Ya digo, ha sido un fenómeno explosivo (en aumento), que, en mi opinión, está supon...