La debacle laborista en el norte de Inglaterra ha puesto contra las cuerdas al líder del partido, Keir Starmer, que se enfrenta a una revuelta interna en el ala dura y a peticiones de dimisión al cabo de un año de haber sucedido a Jeremy Corbyn. "Si Starmer no cambia de dirección, no solo perderá su puesto, sino que el Partido Laborista nunca llegará al poder", advirtió Andrew Scattergood, co-director de la corriente del ala dura Momentum, que recordó cómo Jeremy Corbyn llegó a capturar el 50% del voto de Hartlepool en 2017.