No se trata de trabajos que nadie quiere, de esos que le avergüenzan a uno, y tampoco es cuestión de que no haya oferta de empleos. La paradoja es que en el mercado laboral hay muchos puestos que resultan muy complicados -si no imposibles- de cubrir: comerciales expertos (especialmente chefs y panaderos, mecánicos o electricistas) y representantes de ventas son los más difíciles de llenar por los empleadores en todo el mundo, seguidos de los técnicos, ingenieros y, curiosamente, los conductores (sobre todo los de camiones y maquinaria pesada).