La energía eólica resulta accesible, adaptable, cercana. Limpia y barata, puede ser considerada, junto a la solar, la más democrática de todas las fuentes de energía eléctrica por sus capacidades de descentralización, de autogestión, de sostenibilidad y de eficiencia. En manos del oligopolio eléctrico, centralizada en grandes focos de producción cuya energía ha de ser transportada, ha devenido en cambio en un inmenso mercado virtualmente idéntico, en forma y fondo, al organizado en torno al resto de renovables.