La primera vez que un documento recoge la palabra espía data de 1264, cuando los venecianos definieron con ese término a los alemanes que reconocían el territorio e indagaban entre los habitantes en busca de información. Mercaderes, embajadores o músicos itinerantes actuaban como informadores secretos de sus reyes en cortes extranjeras. En tiempos de inestabilidad y recelos, los secretos se guardaban para el círculo más cercano, lejos de oídos indiscretos.