El viejo entró en la consulta de von Monakow, el neurólogo más importante de Zurich, ya muy desorientado. Sufría problemas de movilidad, llevaba años con alucinaciones visuales y le costaba encontrar las palabras exactas para lo que tenía que decir. Tenía 70 años y arrastraba cuatro de continuos problemas médicos. Estaba cansado. No obstante, el motivo por el que lo llevaba a la consulta era nuevo. Desde hacía semanas, no veía. A efectos prácticos, no veía nada, absolutamente nada; pero él creía que sí.