Nuestra cultura “sana” es pánica: sensual y sexualizada, parte humana noble y bondadosa y parte animal. La parte animal del ser humano sigue siendo primitiva, intransigente, violentadora y egoísta de su terruño, de su espacio, de sus dominios, como el dios Pan. Tenemos pánico a la enfermedad, al futuro, a que se destruya el planeta de un momento a otro, a quedarnos sin trabajo, sin casa, sin juventud sin…sin… pero ¡cómo podemos sobrevivir así sin echar a correr!, sin huir, aunque el deseo sea más de una vez de “dejarlo todo”...