Sevillana de 35 años, desempleada y con un hijo a su cargo, trabaja un solo día, no le dan de alta, no firman contrato alguno y ni siquiera le pagan. Lo denuncia y los servicios de Empleo resuelven, tras su queja, suspender la prestación y exigirle la devolución de 7.704 euros con ocho céntimos de ayudas entregadas desde el día del trabajo fantasma. “El mensaje que dan es que mires para otro lado, que hacer las cosas mal compensa. Si no llego a denunciar, no habría pasado nada y hubiera seguido recibiendo la prestación”, lamenta tras dos años.