Una resolución que paradójicamente, y aún señalando numerosas anomalías en la dictada por el juez que juzgó este proceso en primera instancia, acaba confirmando su fallo absolutorio. Un magistrado, Eugenio Alarcón, que mantuvo la causa paralizada durante más de dos años sin justificación, al que el CGPJ abrió una inspección por el número de asuntos que llegó a acumular sin resolver y que cuando fue sancionado por ello comenzó a poner sentencias a destajo llegando incluso a las treinta al día. Una de ellas, la de Alperi.