Del olivar cordobés a la huerta de patata gallega; de los melocotones de Lleida al cereal de la meseta o a los almendros baleares. El campo español, representado en las protestas de estas semanas por rotundos tractores y hombres de mediana edad con chalecos reflectantes, es tan diverso como el país que lo delimita. Campo español son las pequeñas explotaciones familiares en peligro de extinción si nada cambia y también las grandes empresas agrarias con capacidad para mutar con el mercado. Campo español es también, cada vez más, quien lo devora: