El asma, una enfermedad pulmonar crónica que afecta a unos 339 millones de personas en todo el mundo, provoca síntomas como tos, sibilancias, falta de aliento y opresión en el pecho.
En el pasado, el ejercicio se consideraba un factor de riesgo potencial para las personas con asma, ya que se creía que desencadenaba o empeoraba los ataques agudos de asma. Sin embargo, estudios recientes han revelado que el entrenamiento con ejercicio puede realmente mejorar la función respiratoria y la capacidad de ejercicio en pacientes adultos.