El océano es un inmenso colector solar. Recibe y acumula energía que puede ser utilizada de diversas formas, desde la refrigeración a la producción de energía eléctrica. ¿Por qué no aprovechar la diferencia de temperatura entre el fondo de mar, con agua a pocos grados por encima de cero, y las cálidas aguas superficiales. Hacia 1881, Jacques Arsene d'Arsonval, un físico francés, propuso esta idea por primera vez. Se han realizado diversos experimentos con equipos que utilizaban esta diferencia de temperatura para producir energía.