Un gran pintor pero no una persona a la que admirar, como demuestran episodios de su vida, como cuando se enteró del asesinato de Lorca, que solo dijo: "¡Olé!". No se cortó en apoyar públicamente a Franco y lo hizo sin escatimar en crueldad, locura y sadismo. Propuso a la Falange coger los huesos de las víctimas de la Guerra Civil, fundirlos y usarlos para crear unos esqueletos que irían colocados sobre pedestales desde Madrid hasta el Escorial. A Dalí no le importaba ni las víctimas de un lado ni de otro, ni tan siquiera las personas.