Más que sequía, lo que hay es un exceso de consumo generado por el regadío, cuya superficie no para de crecer. De hecho, supone actualmente entre el 85 % y el 93 % del consumo total de agua en nuestro país, sin contar el regadío ilegal que se ha estimado entre un 5 % y un 10 %. Restringir el agua a la población, mientras se gasta de manera masiva para una actividad económica privada como el regadío, resulta inaceptable.