Para un habitante de la Tierra, a simple vista, nuestra galaxia se manifiesta como una tenue franja de luz difusa que atraviesa el cielo nocturno. El nombre que le dieron en la antigua civilización griega y que todavía conservamos, Vía Láctea, se refiere a su apariencia: una “zona blanca como la leche” como la describió Claudio Ptolomeo (c. 90 - 170 e.c.). Era sencilla de ver, y digo era, porque ahora solo es posible apreciarla desde los pocos lugares privilegiados que quedan con acceso a un cielo oscuro.