Más que solo una cantante, más que solo una performer, más que una artista de jazz. Nina Simone se sentó al piano por primera vez esperando convertirse en la primera concertista clásica negra de los Estados Unidos, pero cuando se levantó de él vio que el mundo la aplaudía por virtudes superiores. Supo ser voz y grito, queja y estrépito, reclamo y derecho, aullido estentóreo y silencio desolador.