El pH es un índice omnipresente: desde la publicidad cosmética hasta el estado de la piscina.
Es una escala sencilla, y cualquiera puede determinar el valor de una muestra fácilmente en caso de necesidad. Pero lo que está bien para un ciudadano medio puede no estarlo para un científico. Hace unos años un divulgador de fama mundial publicaba un artículo sobre organismos extremófilos en entornos de acidez extrema, con valores de ph negativos.
Increíble, pero cierto. Porque los pHs negativos existen, por definición de pH.