Guillermo del Toro no es ajeno a esta pulsión del coleccionismo. Su obra está plagada de gabinetes de curiosidades, desde las tiendas de anticuario de Cronos o The Strain hasta las galerías del departamento de investigación paranormal en Hellboy. Su propia casa, a la que denomina Bleak House, es un enorme museo de lo inquietante, lo fascinante y lo macabro, como antes lo fuera la célebre ackermansion del editor Forrest J. Ackerman, verdadero padrino de ese matrimonio entre lo monstruoso y lo popular.