Diez minutos antes, yo estaba despidiéndome de ella. Después, pocos minutos habían pasado de las cinco de la tarde, Isabel Carrasco, presidenta de la diputación de León, estaba muerta como consecuencia de los disparos efectuados quizá por una mujer que la odiaba, me comentaron leoneses que decían conocerla mucho. Habíamos almorzado juntos, los dos y el vicepresidente de la diputación Marcos Martínez, en el mesón del Hotel Conde Luna, en el centro de la ciudad.