Algunos miembros del gobierno, el presidente, el vicepresidente mandarín, se transforman en escurridizas anguilas dispuestas a sortear lo fundamental mientras migran hacia otros océanos de confusión que nos dejan perplejos. Lo curioso es que componen faz de «yo respondo lo que me apetece» y no pasa nada. Además nos hemos acostumbrado y, en efecto, no pasa nada.