A principios de los 80, un británico llamado Douglas Black puso sobre la mesa de Margaret Thatcher un informe en el que llevaba trabajando desde años atrás. Era un encargo del anterior gobierno del Reino Unido. Black, jefe del Departamento de Salud, había estado investigando por qué a pesar del gran esfuerzo económico que el país había hecho desde que acabó la II Guerra Mundial para que la atención sanitaria llegara a todas las capas sociales, la tasa de mortalidad entre clases, lejos de haberse reducido, había aumentado (...)